Foto: Alvaro Marcos.
EL
PERUANO HACE HISTORIA Y SALE POR LA PUERTA GRANDE TRAS CORTAR UNA OREJA A CADA
UNO DE SUS NOVILLOS. VUELTA PROTESTADA PARA TOMÁS ANGULO Y PALMAS PARA DAVID DE
MIRANDA
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas.
Cuarta de temporada. 19 de
abril de 2015.
Novillada de la Ventana
del Puerto para:
-
Tomás Angulo: saludos y vuelta al ruedo
muy protestada por su cuenta.
-
David de Miranda: saludos y palmas.
-
Roca Rey: oreja protestada y oreja. PUERTA GRANDE.
Entrada: Más de un cuarto
de plaza (unas 7000 personas)
Nota: Según el parte facultativo, el
novillero Roca Rey sufre tres heridas, una en cara posterior tercio medio del
muslo derecho de 5 centímetros; otra en tercio superior cara externa de la
pierna izquierda de 3 centímetros y otra de desgarro en escroto y pene, de
pronóstico reservado.
Los novillos de la Ventana del
Puerto:
·
Primero. “Sombreto” Nº 92, colorado de 515 kilos (Silencio)
Fuerte y
cuajado. Manso, descompuesto y con la cara muy suelta. Faltó casta.
·
Segundo. “Resistemucho” N 100, negro listón chorreado de 538 kilos
(Silencio)
Largo y hondo,
manso y falto de casta. Nunca embistió por derecho y abajo.
·
Tercero. “Resistente” Nº 113, colorado de 525 kilos. (Silencio)
Muy guapo y
serio. Embestidor, por dentro y con mucho que tocar. Manseó también.
·
Cuarto. “Niñoso”, Nº 49, negro listón chorreado de 539 kilos (Palmas)
Fijo y
empujando en varas, con nobleza y despaciosidad en la muleta. Por encima.
·
Quinto. “Huracán” Nº 96, negro salpicado de 530 kilos (Pitos)
Más basto y
totalmente inválido. Debió ser devuelto.
·
Sexto. Sobrero JM López. “Mayoral” Nº18, negro salpicado de 493 kilos
(Palmas)
Humillador y
con motor desde capote. Acabó rompiendo en la muleta, con nobleza.
Andrés Roca Rey, peruano de dieciocho años, con una vida entera por
delante, y con el primer sueño cumplido, salir por la Puerta Grande de la
plaza más exigente del mundo. Todo un premio a una corta pero intensa
trayectoria, en la que Campuzano apostó desde un principio, como ya hiciera con
el galo Sebastian Castella.
Con los muslos partidos en tres trayectorias cruzaba
la puerta de la gloria, sin queja alguna, con una sonrisa de oreja a oreja, y
con la satisfacción de quien se juega la vida sin medida alguna. Tres también
fueron las volteretas que le propinaron sendos toros, y dos las orejas (una y
una) que le valieron, guste o no, para salir por la Puerta de Madrid, la que
hacía cuatro años no se abría para un novillero fuera de feria. Quizá no sea la Puerta Grande más rotunda, ya que no fueron sólidas las faenas, ni vislumbramos un gran toreo, la espada no fue su punto fuerte y el conjunto de la tarde, aún valioso y ganado no tuvo el triunfo, que si la hombría, de la gloria. Todo esto lo evitaríamos con la implantación de las dos orejas en un mismo toro. Se acabarían las dudas. Porque quizá con la vuelta al ruedo en su primero y la oreja del sexto hubieramos tenido suficiente.
Toreo firme, sin retrocesos, de verde concepto y
asentada planta. Porque poco movió las zapatillas el jovencísimo peruano, solo
para volar por los aires en esas terribles volteretas. Dispuesto y atrevido en
los quites, de más vistosidad que ortodoxia, y fundamental en el toreo, por
momentos de excesiva cercanía y mano baja. Pero Las Ventas arropó y vio justa
la concesión de esa segunda oreja al sexto de la tarde, un sobrero bajo y
embestidor de una ganadería desconocida, José María López, que consigue lidiar
el novillo que abre por primera vez en la historia la puerta a un torero
peruano.
Cortaría la primera oreja bajo protestas ante un “toro”
con cuajo y seriedad de la Ventana del Puerto, segundo hierro del Puerto de san
Lorenzo por la vía Aldeanueva. Animal
que tuvo sus complicaciones desde su salida, con las características propias de
la casa, ya saben como se abren los Aldeanueva en los capotes. Quiso dejarlo
crudo Andrés, que buscó emoción y fuerzas para el último tercio. Se plantó
entonces en los medios, con la montera a modo de cadena en los pies, dejando
claro que él no iba a inmutarse. Llegó entonces una gran serie de derechazos,
lentos y ligados, otra más por la diestra, con el toro por dentro, acostándose
a medida que avanzaban los muletazos. Por ello no tenía problemas Roca Rey, que
se llevó la primera voltereta cuando muleteaba al natural. El hueco quedó
abierto y el novillo hizo por él sin consecuencias. La faena entonces bajó
considerablemente, con enganchones y algún que otro atropello, siempre causados
por el nulo espacio que quedaba entre toro y torero. No acabó de embarcar al
toro y se dejaba constantemente el brazo muy metido por lo que el toro le
arrollaba de continuo. Ese gesto lo vimos también con el sexto. La estocada
desprendida y el poco fuste del final de faena hicieron que las protestas
sonaran tras la concesión de la oreja.
La que tuvo unanimidad fue la del sexto, en la que
vimos mucho más toreo por ambas manos. Fue ante un novillo de Jose María López,
que embistió y de qué manera en el capote, para luego venirse a menos y
colaborar sin demasiados aprietos en la faena. De nuevo la obra con los
altibajos propios de un debutante, pero con el concepto joven y natural del
novillero que debe tener premio. Hubo derechazos buenos, ligados y mandados y
algún natural por ahí suelto de bella factura. Mentiría si dijera que las
volteretas ayudaron a calentar el ambiente, y el final torero por bajo acabó
por despertar a quien no se había enterado. Media en la yema y oreja de mayor
peso que la anterior.
Abría el cartel Tomás
Ángulo, quien tuvo el detalle más feo de la tarde, al pasearse por cuenta
propia tras horrendo bajonazo al cuarto, el mejor del encierro. El extremeño
optó por aislar los mayoritarios pitos y apuntarse una vuelta a su reseña, en
un acto de inmadurez y poca vergüenza torera. Lo haría tras estar por debajo de
un noble y embestidor toro de la Ventana, de nombre Niñoso, casi cumplidor en
varas y con fondo en el último tercio. Poco acople y ajuste de Tomás,
periférico y distante, sin conjugar las buenas y nobles embestidas del bicho,
que nunca se sintió podido. Cites fuera de la rectitud y pases de “pecho” dando
el culo, como vienen acostumbrando. El bajonazo aún acrecentó la desaprobación
del respetable, que tuvo que aguantar las boberías de cierto sector autobusero
un día más. La bronca en la vuelta fue tremenda.
Con el primero no me disgustó. Se quiso hacer lidiador
en los primeros tercios y mostró coraje y arrestos en la faena de muleta, donde
se cobró una fea voltereta. Dispuesto y queriendo hacer las cosas bien. Los
saludos ahí si que fueron merecidos tras la estocada.
Y el tercero en completar el cartel fue David de Miranda, que pasaría sin pena
ni gloria en el día de su presentación. Valor seco y disposición buena en sus
formas, pero demasiado brusco y acelerado en sus toques. No concuerda esa
firmeza de planta con el muletazo seco y destemplado en sus dos toros. Puede
mejorar y debe dar otra versión. A tiempo está y la valentía la tiene. Su
primero fue un animal descastado y bruto. El quinto un inválido mantenido.
Destacar también la tarde de quites que nos han dado,
continuamente replicados en casi todos los toros, variados y con ganas de
competir, algo que se debe agradecer. Eché de menos el toreo de capa de toda la
vida, que no pudimos ver. Me faltaron esas tres verónicas rematadas con una
media que tan difícil es de realizar. Casi todos fueron por arriba, algo que
sin duda no ayudó a los novillos.
Las cuadrillas pasaron desapercibidas durante toda la
tarde, cumpliendo sin más con su trabajo, excepto la buena lidia de Jesús
González “El Suso” en la lidia del cuarto. Los varilargueros no tuvieron mucho
trabajo.
Por cierto, que se de cuenta la empresa que las
novilladas funcionan cuando se traen a novilleros rodados y válidos para esta
plaza. Hoy se ha comprobado. Enhorabuena para Roca Rey y para los aficionados
peruanos, que hoy también se dejaron ver en la plaza. La próxima será la
novillada de Javier Molina para Antonio Puerta (prepárense porque se esperan
autobuses), Miguel Angel León y Amor Rodriguez que se presentará en las Ventas.
Un saludo
Borja González
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