lunes, 11 de abril de 2016

LA SERIEDAD DEL PALCO EVITA UN RIDÍCULO MAYÚSCULO. (Crónica 10 abril 2016)





Foto: Juan Pelegrín

Dos vueltas al ruedo para Carballo con una novillada floja y noble de Pablo Mayoral. Actitud de Gallo de Córdoba y frialdad de Miranda. El fanatismo se apoderó de los tendidos y el presidente dio rigor a la plaza.


Madrid. Plaza de toros de Las Ventas.
4ª de la temporada. 10 de abril de 2016.
Novillos de Pablo Mayoral (uno más devuelto), dos de Mercedes Figueroa (2º y 3º) y un sobrero de Benjamín Gómez (4º bis) para los diestros:
-       Andrés Jiménez “Gallo de Córdoba”: silencio tras aviso y silencio.
-       David de Miranda: saludos tras aviso en ambos.
-       Juan Carlos Carballo: vuelta al ruedo tras aviso y petición en ambos.
Entrada: un cuarto de plaza.

Los novillos lidiados fueron los siguientes:
·         Primero. “Considerado” Nº 11, negro entrepelado salpicado de 526 kilos (Silencio)
Bien presentado y con cuajo. Flojo, noble y con calidad por ambos pitones.
·         Segundo “Ranchero I” Nº2, negro listón bragado meano de 457 kilos (Silencio)
Chico y cómodo de presencia, flojo y descastado. Debió ser devuelto por falta de fuerzas.
·         Tercero. “Ranchero II”, Nº 6, negro listón de 480 kilos (Palmas)
Protestado de salida por falta de presencia. Noble, con clase y fondo. Le faltó casta y poder en sus embestidas.
·         Cuarto. Sobrero de Benjamín Gómez. “Jubilado”, Nº 54, cárdeno de 505 kilos (Silencio)
Terciado y sin trapío para Madrid. Manso, con movilidad y sin humillar en las embestidas.
·         Quinto. “Molinero” Nº       15, cárdeno salpicado de 524 kilos (Silencio)
Flojo y noble por ambos pitones, mejor por el izquierdo. Justo de casta.
·         Sexto. “Costurero” Nº 23, negro entrepelado bragado meano corrido de 527 kilos (Silencio)
Bien presentado y con un punto de casta superior a sus hermanos. Llegó con alegría, fuerza y fondo al último tercio.

Jesús María Gómez Martín fue sin lugar a dudas el protagonista de la tarde de hoy en la segunda de las novilladas primaverales de la plaza de toros de Madrid. Debut por todo lo alto de un presidente que volvió a dar rigor y seriedad a una plaza que sigue navegando a la deriva en los durísimos festejos no isidriles, ante la oleada de autobuseros y orientales que ganan por número y presencia a los poquísimos aficionados que intentamos marcar el listón de la que es, fue y será la primera plaza del mundo.

Dureza la del presidente, que hoy tomaba antigüedad en el complicado palco venteño, de no sacar sendas orejas al extremeño, lo que hubiera supuesto una puerta grande discutida, ignorada y minúscula ante el clamor de sus paisanos, los cuales se trasladaron en manadas para apoyar a su jovencísimo y pequeño torero. Jalearon hasta los pasos que dio el de Alcántara, desgarrando la voz en cada una de sus ejecuciones capoteras. Se enfrentaron a los aficionados que no compartían sus mismos ideales, con el ya famoso “baja tú”, y tuvieron la vergonzosa y patética idea de cubrir el ruedo de almohadillas tras la no concesión de oreja en el sexto de la tarde. Un ridículo espantoso que no se vivía desde tiempos de Linares, con su ya famoso Tomelloso, y que se ha repetido tras el aguacero que nos regaló el cielo madrileño en el ecuador del festejo.

Un festejo marcado por la flojedad y falta de picante de una novillada pareja, guapa y bien comida de Pablo Mayoral, a la que faltó casta y personalidad. Carácter que fuimos buscando en estos grises, que no desarrollaron las virtudes del buen santacoloma. Echamos en falta poder y empuje en los engaños, alegría y viveza en los petos y dificultades y fiereza en sus lidias. Una novillada que se dejó hacer, en todas sus vertientes.

La clase del primero por el pitón derecho fue desaprovechada tras un viento huracanado que no dejó estar a gusto al joven cordobés. Gallo quiso coger las embestidas por derecho en el mismo tercio, frente a la puerta de Madrid. La ligereza de su franela y la falta de técnica del novillero descompusieron por momentos las fijas embestidas, con su debido espacio, del primero de Mayoral. Disposición absoluta y trago del bueno a pesar de quedarse descubierto en sin fin de veces. Se tiró por derecho en las dos suertes que tuvo que realizar para acabar con el bicho, haciendo posteriormente un mal uso del descabello.

El cuarto fue devuelto por falta de fuerzas. En su lugar salió un terciado y escuálido animal de Benjamín Gómez, también de origen santacolomeño. Tras un paso discreto por varas llegó a la muleta con movilidad y nula entrega. No acabó de estar fino el Gallo con el cárdeno, que mostró dificultades a medida que avanzaba la faena, reponiendo y hasta corneando, de forma sorpresiva, al diestro en el gemelo izquierdo. Parte reservado tras 15 centímetros de travesía ascendente.

David de Miranda volvió a mostrar quietud y firmeza en el ruedo de las Ventas. Su frialdad y la longitud tan extrema de sus faenas fueron las causas de una más que discreta labor en Madrid. Sin opciones ante el flojísimo y parado segundo y con mejores sensaciones ante el quinto, que se desplazó largo y repetitivo por el pitón izquierdo, logrando así algún natural de buen trazo y hondura. No vendió la obra y tampoco la compraron los visitantes, que huían despavoridos del temporal que azotaba a última hora Madrid.

Carballo fue el gran beneficiado de la tarde, o eso creen ellos. Baja estatura, ideas claras y ambición por ser torero, que ya es algo. Estuvo arropado por centenares de extremeños, los cuales se desplazaron en autocares o vehículos propios para ver la presentación de su ídolo en Madrid, y sin apenas dar una serie de muletazos completos y por derecho a punto estuvo de cortar dos orejas en Las Ventas. Tal cual lo leen señores, así de fácil y sencillo.

Solo tienen que llenar autobuses con gente ruidosa y palmera, desembarcar en la plaza de toros de Madrid fuera de feria, cuando pueden ser mayoría absoluta , y jalear lo que no está escrito para calentar a los orientales y animarles a que pidan la oreja. ¿A qué no parece difícil? Aquello se vino abajo cuando dobló el sexto de la tarde, en una mayoría injustificable de pañuelos a dos manos.

Pues eso es lo que evitó nuestro presidente Jesús, que se llevó la ovación al acabar el festejo de los pocos que le agradecemos su rigor en el día de hoy. De no ser así hubiéramos presenciado una nueva Puerta Grande  sin los mínimos necesarios que requiere una plaza como Madrid. Porque a las faenas de Carballo les faltó mando y toreo, mucho toreo.
Sus recibos capoteros resultaron airosos y acoplados y su brega para colocar al toro en la suerte de picar fue de nota, algo no común en novilleros modernos.
Pero sus faenas fallaron en planteamiento, distancias y formas. En planteamiento porque no se puede dar circulares a mitad de trasteo, recortado y ahogando las embestidas del burel, para luego seguir ortodoxo por naturales. En distancias porque ahogó la alegre acometida del sexto de la tarde, el de mayor casta y viveza del encierro. Y en formas por su falta de directriz en la ejecución de los muletazos, curvando el eje y despidiendo al animal en línea recta. Cánones de un toreo puro y pulcro, como exige esta plaza.

Cabe destacar las buenas formas de Israel de Pedro  y Alberto Sandoval con la puya, así como los pares de Raul Cervantes, de poder a poder al sexto.

Un saludo
Borja González.