Puerta grande para el madrileño Víctor Hernández tras desorejar al quinto de una interesante novillada de Los Chospes. Dos orejas muy discutidas.
Volvíamos a Las Ventas por fin para dar inicio a una más que prometedora temporada 2022. Los alrededores de la plaza lucían quioscos cargados de banderas y refrigerios. Las caras de siempre, y también muchas nuevas, de fuera y dentro de la capital. Hasta hubo tiempo para que la Asociación Juvenil Taurina Española (AJTE) pusiera su granito de arena con la sociedad ucraniana.
Los espectadores ocuparon un cuarto de los tendidos, en una tarde gris y fresca. Un tendido 7 casi repleto, con más público ocasional que de costumbre. Prueba de ello fue la pañolada que aupó al bonachón de Musi para asomar el doble moquero desde el palco. No dábamos crédito. Puerta grande a la primera.
Víctor Hernández arrancaba las dos pelonas al quinto del encierro tras una faena de altibajos rematada con una espada algo suelta y tendida, suficiente para alborotar al enfervorecido público, triunfalista y algo desconocedor del coso de Alcalá. Y es la seria amenaza de Madrid en los últimos años, el bajísimo porcentaje de aficionado rutinario, que siempre sirvió de contrapeso en tardes como las de hoy. Voces que se alzaron tras la concesión del doble trofeo. Un auténtico disparate.
Y es que el joven madrileño dio una gran dimensión durante toda la tarde. Ya de capote fijó las miradas en un sensacional quite por tafalleras. Garboso y con buen aire fueron ambos recibos capoteros, y mandona la muleta tanto a izquierdas como a derechas. La faena del quinto tuvo los altibajos propios de alguien que empieza, dificultado por el parón constante que tuvo el de los chospes a partir del cuarto muletazo. Contado. No tuvo recursos para rematar esos parones, algo que bajó el nivel de la faena. Tampoco llegó a romper el izquierdo, a pesar de regalarnos el mejor muletazo de la tarde, el más cadencioso y toreado. La espada pareció confirmar el trofeo de una oreja. Las dos fueron toda una sorpresa.
Con su primero volvió a estar sensacional. Una pena la espada, que acabó privando su primer apéndice. Trasteo conseguido y de gran importancia. El castaño, algo acapachado, sacó cierto peligro por el izquierdo, pero poco le importó al madrileño, que acabó sometiendo por el derecho en muletazos ajustados y lineales. Sensacional con los palos estuvo Marcos Prieto, perfecto toda la tarde.
A punto estuvo de tocar pelo el sevillano Uceda Vargas. Muy nervioso en su primer oponente, el más serio de toda la novillada. Fuera de sitio, por momentos desbordado y completamente atacado en la muleta. Novillo con fiereza y poder. Más tranquilo y templado estuvo con el sexto, animal noble y boyante por ambos pitones. Dibujó muletazos de cierto gusto y temple por ambas manos, aun faltando ese ajuste que acaba por convencer al graderío. El señor del palco hizo oídos sordos a una petición importante. Vuelta al ruedo para el de Gerena.
Carlos Aranda se despedía como novillero de la plaza de toros de Madrid. Dijo más bien poco el manchego. Técnica depurada y poca transmisión arriba. Culpa de ello tuvo el poco ajuste en los muletazos. Opciones le dio el primero y poca fuerza tuvo el cuarto, siempre a la defensiva. Su paso por la tarde fue más bien discreto.
Y esto fue todo en la primera del año. Una tarde entretenida y que seguramente sirvió como disparadero a un joven novillero. Apunten su nombre, Víctor Hernández.
Un saludo
Borja González
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