Foto: www.las-ventas.com
Gran faena de
Pablo Mora ante el sexto bis de la noche. Rafael González se despide entre
pitos debido a su actitud al dar una vuelta al ruedo inexplicable.
Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas.
Viernes 3 de agosto. Final del certamen de novilladas
nocturnas.
Novillos de Juan Antonio Ruiz Román para:
-
Alejandro
Fermín: silencio tras aviso en ambos.
-
Rafael
González: silencio tras aviso y vuelta por su cuenta muy protestada.
-
Pablo
Mora: silencio y vuelta tras aviso.
Entrada: 8.000 espectadores.
Nota: Pablo Mora se proclamó triunfador por unanimidad de
votos.
Todo estaba perdido. La
vuelta al ruedo abucheada de Rafael González, y las actuaciones sin espada de
Alejandro Fermín, dejaban a un lado al joven de Moralzarzal, totalmente
desubicado tras sus nulas opciones con el acapachado tercero. La devolución del
sexto complicaba aún más las cosas. En su lugar, un pavo del mismo hierro como
sobrero, descartado de la lista titular por tan atacada presencia. Las palmas
ovacionaban tan excelente presentación.
Se dispuso entonces el
joven Pablo, para llevar embarcadas las embestidas del fuerte Amapolillo. Tiró
largo por ambos pitones en el comienzo, para dejar una asentada tanda de
derechazos. Tiempo y formas. Buen empiece. Siempre a más al natural, sin pasar
por alto ningún principio básico del toreo. Colocación, verdad, poder y mando.
En todo momento sometido el de Espartaco en la muleta. Un cambio de mano eterno
y despacioso, rematado más allá de la cadera. Rugió Madrid en plena noche,
seguido de una ovación de aprobación máxima. Rosco pedía más toreo al natural,
llevando en volandas a Mora, que daba un giro brutal al escenario de la final. Rafael no querría ni mirar. Lo perdía. Llegó entonces la mejor tanda en mucho tiempo de un novillero en la capital,
sin ligazón, de uno en uno, con un soberbio pase de pecho de pitón a rabo.
Tenía el triunfo, y no solo de la final. La espada jugó una mala pasada. La
vuelta fue clamorosa, y el premio más que merecido.
No tuvo opciones con el
tercero, un animal acapachado y excelentemente presentado, al igual que toda la
novillada del maestro Espartaco. Soltó la cara desde sus inicios, siempre por dentro al segundo cite.
Peleó con la cara alta y se quedó parado en el último tercio. La disposición
del madrileño no acabó de levantar los tendidos. Las formas ahí quedaron.
Rafael González despidió
el ruedo venteño entre una fuerte división. No gustó la actitud del joven
espada tras la muerte del quinto, el más encastado del encierro. La actitud de
Rafael ante la negativa de la vuelta acrecentó los abucheos de una parte
mayoritaria de público. Gestos que sobran en un chaval que acaba de empezar en esto. Y más
en una plaza que no olvida. La actitud y garra del madrileño quedaron
reflejadas en la tarde noche. Siempre queriendo, variado con el capote y con
esa aceleración propia del que quiere y no puede. Estuvo bastante correcto con
su primero, al que remató de un soberano espadazo. Pero las ganas le pudieron
con el quinto. Su mejor pasaje llegó de rodillas, logrando los mejores
derechazos. Encajado y poderoso. Ya en pie mostró querencias. Más corazón que
cabeza. Debió quedarse en saludos tras la negativa del tendido.
Alejandro Fermín sorteó
el mejor lote del encierro. El precioso primero tuvo la virtud de llegar muy
pronto arriba. Manso y noble el de Espartaco, queriendo coger los trastos
siempre por bajo. Le costó atemperar las embestidas al extremeño, que falló a
espadas de forma estrepitosa.
Salió con todo al
cuarto, rodilla en tierra y varios afarolados. Le costó romper más a este
novillo. Algo lineal Fermín, tirando mejor al natural del cornúpeta. De nuevo,
una quimera con la espada.
Finalizaba así un
certamen de gran atractivo en la capital. Un acierto pleno de la empresa por
consolidar en horarios nocturnos festejos que serían inviables en pleno verano
madrileño. Al igual que la iniciativa “Cénate
Las Ventas”, que aglutinó a muchísimas familias y grupos de amigos. Que sea el
principio de algo grande.
Un saludo
Borja González.