lunes, 5 de octubre de 2015

DOS MURCIANOS Y UNA SOLA VERDAD (Crónica 4ª Feria Otoño 2015)


 Foto: Javier Arroyo


IMPORTANTE FAENA DE UREÑA AL SEXTO DE LA TARDE MALOGRADA CON LA ESPADA. ACTUACIÓN MÁS QUE DIGNA DE RAFAELILLO.

Madrid. Plaza de toros de Las Ventas.
Feria de Otoño 2015. 4ª de feria. 4 de octubre.
Toros de Adolfo Martín para:
-       Rafaelillo: saludos en ambos.
-       Fernando Robleño: silencio en ambos.
-       Paco Ureña: saludos y vuelta al ruedo tras aviso.
Entrada: Casi lleno.

Nota: Se desmonteró el banderillero Jesús Romero, a las órdenes de Fernando Robleño. También Raúl Ruiz por su brega.

Toros lidiados en la última de feria:
·         Primero. “Aviador” Nº 41, cárdeno bragado meano de 575 kilos (Pitos)
Grandón y basto de hechuras. Manso y complicado. Desarrolló sentido y genio en el último tercio. Le costó humillar una barbaridad.
·         Segundo. “Fogonero” Nº 36, negro entrepelado de 526 kilos (Silencio)
Muy astifino y suelto de carnes. Manso en el caballo y de cortísimo recorrido en la muleta. Muy exigente y poderoso.
·         Tercero. “Rizos” Nº 73, cárdeno bragado meano de 502 kilos (División)
Chico y vareado, cornipaso y con mucha leña. Encastado y con muchas teclas que tocar. Humilló y se orientó con facilidad.
·         Cuarto. “Baratillo” Nº 1, cárdeno bragado meano de 527 kilos (Silencio)
Serio y ofensivo, manso y descastado. Acabó muy orientado y sin entregarse. Duro de roer.
·         Quinto. “Horquillero” Nº 68, negro entrepelado meano de 520 kilos (Silencio)
Serio y con cuajo, noble y castigado en varas. Descolgó con poca fuerza en el último tercio, mostrando una gran fijeza.
·         Sexto. “Murciano” Nº 14, negro entrepelado de 545 kilos (Palmas)
Manso en el caballo y con profundidad y entrega en la muleta por ambos pitones. Tuvo fondo e importancia en sus embestidas.



Venía como tapado, tras su derrota en San Isidro ante aquel famoso Agitador de Ricardo Gallardo. Herido y señalado, apuntado por aquellos maleantes que lo crucificaron en mayo, pero consciente de lo que se jugaba en esta baza de fin de temporada. Un Ureña que ya dejó sus estupendas formas hace dos veranos, cuando ya levantó los tendidos de la monumental a base de entrega, verdad y toreo, mucho toreo.

Tauromaquia que ha desplegado a la perfección para poner broche a una terrible y soporífera feria de otoño, saldada con un bagaje ganadero que roza lo imposible, con un nivel de casta ínfimo. Fue a la desesperada, ante el sexto de la tarde. La suerte hizo que se juntaran a eso de las siete y veinte de la tarde dos murcianos en un escenario inmejorable. Dolido el lorquino por la paliza de su primero, pero sentido y comprometido con jugársela de nuevo ante el bueno de Murciano, que nos transportó hasta 2002 para recordar a ese magnifico primo suyo, herrado con la coronada y lidiado por el madrileño Luis Miguel Encabo. Mucho más bravo y encastado aquel, más noble y entregado este Adolfo, que se deslizó y de qué manera ante la pañosa del murciano, que deleitó a la parroquia con semejantes naturales propios de carteles de toros. Primero a pies juntos, con la cintura completamente rota, y posteriormente abriendo el compás y cargando la suerte, llevando al toro lento, muy lento y hasta detrás de la cadera. La plaza se ponía en pie, y el torero rompía en lágrimas ante tal belleza. Se conjuntaron la clase y entrega del cárdeno con la pura verdad del toreo eterno. Fuimos muchos los que pensamos que faltó una serie para acabar de romper la plaza. El fallo con los aceros dejó la posible puerta grande en una vuelta al ruedo sentida y querida.

No estuvo tan acertado con el tercero, un ofensivo y chico animal de Adolfo que se movió sin parar durante toda su lidia. Recibido con un sensacional abanico de verónicas, poderosas y electrizantes. Agobiante fue la lidia, sin pausa alguna al bicho, como si tuviera prisa el que apuntaba. Empujó bien en la primera vara, sin cumplir con méritos en la segunda, y buscó los tobillos del murciano sin excesiva fuerza, agobiado por momentos ante un encimista Ureña, que apretó más de corazón que cabeza. Terrenos del toro piso antes de que este entregara su vida, y protestadas fueron todas y cada una de sus arrancadas, con voltereta incluida. Toro para apostar y jugar. La papeleta le valió un susto y la ovación de toda la plaza desde el tercio.

Rafaelillo volvió a dar otro recital de toreo. No será el más pulcro ni limpio, tampoco el más largo y sentido, pero si el más verdadero y técnico. Una lección de cómo tratar a dos marrajos geniudos, que a punto estuvieron de mandarle a enfermería. Dos toros muy complicados y peligrosos, con el sentido por las nubes y las ideas de alimaña. No pasaron un fallo del murciano y apenas se entregaron ante semejante colocación y mando. Me gustó más si cabe con el fuerte y orientado primero, que no humilló ni una sola vez a las telas. El empiece por bajo, jaleado y obligado, precedió a un sensacional cambio de mano que acabó por descuadrar las ideas del cornúpeta. Fue entonces cuando se vivió una auténtica batalla en los mismos medios, con su trapo Don Rafael y con esas puntas el Adolfo. Una barbaridad de emoción, lucha y poder. El saludo desde el tercio retumbó en todo Madrid.

Costó más ver el pitón izquierdo del cuarto, un cárdeno cornipaso y algo bizco del pitón izquierdo, de imponente y cuajado trapío, y con el que se vivieron los pasajes más añejos del año, con un estupendo y genuflexo recibo capotero de don Rafael, poderoso y metido en la dirección del bicho, rompiendo por completo la flexibilidad del animal. Apuntó largura e incluso temple el cárdeno, pero como el resto de sus hermanos desarrolló un sentido increíble al mínimo fallo. De nuevo otro episodio de gladiador muy seguido por el coso madrileño, que acabo rendido al diestro.

Robleño sorteó otro lote de mucha guasa. El astifino que hizo segundo apenas tuvo veinte centímetros de recorrido, totalmente imposible andar con él por derecho. Salió recortando y barbeando de salida, como toda la corrida, y desarrolló un sentido espectacular durante su lidia. El quinto fue el más soso y de menos gracia de la corrida. Manseó como sus hermanos de salida, y llegó noblote y apagado a la muleta, sin acabar de deslizarse a la muleta del madrileño, que no acabó de apretar al albaserrada, que fijó la mirada en el trapo continuamente, descolgado y queriendo, pero acusó mucho la pelea en varas. Dos silencios como dos soles para una actuación demasiado lineal.

Cerrábamos así el ferial de otoño que pone prácticamente el punto final a una temporada con muchas cosas que contar. Tuvo que venir Adolfo, pese que a muchos les joda, para poner tensión, riesgo y verdad a lo que es una corrida de toros. Tuvieron que venir los llamados toros de encastes minoritarios para atraer la atención de un público que agonizaba en los tendidos con la súplica de encontrar un toro bravo, animal que guste o no, no apareció por el ruedo en cuatro días de festejo.

Un saludo
Borja González


sábado, 3 de octubre de 2015

LO VOLVIÓ A CONSEGUIR (Crónica 2ª de la Feria de Otoño 2015)



foto: Juan Pelegrín

TERCERA PUERTA GRANDE PARA LÓPEZ SIMÓN EN 2015 EN LAS VENTAS ANTE UNA DESASTROSA CORRIDA DEL PUERTO. URDIALES QUEDÓ INÉDITO.


Madrid. Plaza de toros de Las Ventas.
Feria de Otoño 2015. 2ª de feria. 2 de octubre.
Toros del Puerto de San Lorenzo y Valdefresno (4º bis) para los diestros:
-       Diego Urdiales: silencio, saludos y silencio.
-       Alberto López Simón: oreja, oreja y silencio.
Entrada: Casi lleno

Nota: Ovacionado Alberto Sandoval en el tercio de varas al sexto de la tarde.


Toros lidiados en el mano a mano:
·         Primero. “Pitinesco I” Nº 71, negro de 552 kilos. (Pitos)
Atacado de kilos y de pobre cara. Manso, flojo y descastado.
·         Segundo. “Cubanoso” Nº 144, negro bragado meano axiblanco de 527 kilos. (Pitos)
Bien presentado, manso, descastado, incierto y protestón en el último tercio.
·         Tercero. “Campanito” Nº 123, negro de 551 kilos (Pitos)
Cumplía ese mismo mes los cuatro años, ofensivo de cara y sin remate. Deslucido, manso y con la cara muy suelta. Complicado en el último tercio.
·         Cuarto. Sobrero de Valdefresno. “Campeador” Nº 131, negro de 531 kilos (Pitos)
Bien presentado, manso, flojo y descastado. Acabó rajado.
·         Quinto. “Caratuerta” Nº 67, negro de 597 kilos (Silencio)
Mal presentado y cómodo de cara. Manso, noble y rajado desde el primer momento.
·         Sexto. “Bailador” Nº 127, negro de 559 kilos (Silencio)
Justo de presentación, noble y lastimado de la mano en el último tercio.

Consiguió el objetivo marcado meses atrás con sangre y cojones, por la vía del tremendismo y la temeridad, sin importarle un bledo su vida, con la inconsciencia de quien quiere ser figura del toreo y hacer historia en esta plaza. Lograba así lo que muy pocos han llegado a conseguir en un mismo año, una Puerta Grande arrancada a fuego y polémica ante un encierro bochornoso y desagradable del Puerto de San Lorenzo, que tiró por tierra los deseos de una afición que volvió a volcarse en taquilla, con un casi lleno.

Faltó toreo fundamental, sin lugar a dudas, pero estuvo superior a sus oponentes, que no regalaron ni una embestida encastada y por derecho. No recordaremos esta Puerta Grande, ni las dos anteriores si me apuran, por el toreo caro del madrileño, por el temple y embroque de sus muñecas, por el faenón del siglo, y si por su valor seco e infinito y por el sitio que hace mucho no veíamos pisar, donde cogen y dañan. Ahora cuestionen ustedes si en la primera plaza del mundo los criterios son esos o no para descerrajar el portón.

Muchos lo temíamos y presagiábamos, este de Barajas iría a muerte con su primero, y no pensaría en el más allá, porque así lo viene demostrando toda la temporada, sin ventaja alguna y comprometido con la oportunidad tan buena que se ha ganado tras ese 2 de mayo, sin duda el día más importante de su carrera. Se jugó entonces el todo por el todo ante su primer toro, un descompuesto y manso lisardo que más de una vez le avisó de su peligro, al serle imposible acometer por bajo a la rastrera e inmutable muleta del madrileño, que quiso ganar las cartas desde el arranque. Comprometido a la causa se fue donde quiso el cornúpeta, al tercio de sol, y allí sacó arriesgados muletazos, de más tesón que limpieza, pero meritorio sin lugar a dudas. Fue entonces prendido de fea manera en una de esas paradas del manso, y la plaza se echó las manos a la cabeza. Iba corneado, y de nuevo, y en memoria de esas dos tardes de mayo,  volvió a la cara del toro, dolorido, casi mareado, para seguir como pudo ante tal descastadas embestidas. Faena de mérito y coraje, de actitud y vergüenza torera, premiada tras pinchazo y entera con una oreja más que cuestionable y levemente protestada por los tendidos, que se encontraban en el aprieto de la valentía y generosidad del palco.

Muchos fueron los que pensaron que la tarde quedaría en manos del riojano, pero también muchos los que pidieron calma en enfermería, sabedores de la bendita locura de Alberto, que insistió y de que manera al cuerpo médico su salida de nuevo al ruedo, entre el enfado de muchos y el consuelo de otros. Aquí el servidor no estuvo de acuerdo con la decisión. Me gusta ir a la plaza a ver torear, cuestión de gustos.

Salió por tanto para matar el quinto, cuando Urdiales deambulaba con clase y rigor ante tres mulos que se hicieron apellidar atanasios. Centró las miradas de absolutamente toda la plaza cuando cruzaba el frío ruedo venteño. Incredulidad, miedo, adoración… sentimientos encontrados en pasos interminables, con un rostro pálido y ausente. Dio miedo de verdad. Salió entonces el animal más boyante y noble de la corrida, corrido en quinto lugar, y de nombre Caratuerta. Se dejó en los primeros tercios, y comenzó a huir despavorido al sentir las frias. Se posicionó entonces en terrenos del 10 Alberto, en presencia del gran Curro Romero, devoto de Diego. Allí quiso plasmar lo más verdadero de su tarde el de Barajas, dos tandas de derechazos profundas y ligadas, mandadas y templadas, con el rugir de una plaza que quiso y pudo sacarlo a hombros. De nuevo faena de altibajos, culpable el viento y sentenciado el lisardo, que correteó como quiso en busca de su salida. Estocada fulminante algo atravesada y oreja ahora si con mayoría incalculable. Hasta llegaron a pedir la segunda los cachondos.

Con el sexto quiso cerrar la obra, y rematar esa Puerta que vuelve a quedarse con ganas de una faena rotunda, ya que son tres tardes de puerta grande con más riesgo y valor que toreo verdadero. Faenas de pisar terrenos insospechados, de fajarse a los animales y hacer temblar a los más miedosos, pero carentes de dos series de naturales rotos y faena compacta. Para más inri acabó partiéndose la mano en el primer muletazo, en un broche perfecto para los Fraile, que bien merecen un descanso.

Puerta Grande por tanto para Simón, que salió directo a enfermería, no sin antes cruzar el arco de Alcalá entre gritos de torero.

Segundo protagonista fue Diego Urdiales, a quien apenas vimos en la tarde. Eclipsado por el joven madrileño en todo momento, y sin suerte en el sorteo, con tres mulos descastados que impidieron cualquier lucimiento. Apenas vimos un gran quite al quinto, garboso y torero, poco respondido por el público, más pendiente del madrileño que esperaba en burladero.
Torero poderoso y con gusto, al que le hace falta un toro encastado para mostrar sus virtudes. Yo, sigo a la espera.

Destacar antes de finalizar el buen tercio de varas de un gran picador, Alberto Sandoval, al sexto de la tarde, por dos varas en el sitio, que se agradece.


Mañana será Gonzalo Caballero quien tome la alternativa en sustitución de Alberto López Simón, en manos de Uceda Leal y Eugenio de Mora. Toros del Vellosino.

Un saludo
Borja González.


jueves, 1 de octubre de 2015

DESESPERANTE (Crónica 1ª Feria otoño 2015)




Foto: Juan Pelegrín

DESCASTADA Y FLOJA LA DEL TORREÓN ANTE UNA TERNA QUE PASA SIN DECIR ABSOLUTAMENTE NADA POR LA PRIMERA PLAZA DEL MUNDO.


Madrid. Plaza de toros de Las Ventas.
Feria de Otoño 2015. 1 de Octubre 1ª de feria.
Novillos de El Torreón y Dolores Rufino (5º bis) para los novilleros:
-       Filiberto: silencio y división al saludar.
-       Alejandro Marcos: silencio tras aviso en ambos.
-       Joaquín Galdós: silencio en ambos.
Entrada: casi tres cuartos de aforo.

Nota: Ovacionados “Suso” por su brega al quinto y Raul Adrada por los pares al sexto.

Los novillos que abrieron feria fueron:
·         Primero. “Trajesino” Nº 216, negro de 475 kilos. (Pitos)
Justo de presentación, inválido, manso y descastado. Debió ser devuelto.
·         Segundo. “Pajarito” Nº 224, negro de 463 kilos. (Silencio)
Manso, descastado y nobletón. Duró un suspiro.
·         Tercero. “Señorito” Nº 185, negro de 461 kilos (Silencio)
Gacho y pobre de cara, manso, soso y descastado. Acabó parándose.
·         Cuarto. “Espejismo” Nº 182, negro listón de 490 kilos (Silencio)
Noble, descastado y de poco fondo. Se dejó con boyantía sin apretarle en exceso.
·         Quinto. Sobrero de D.Rufino. “Impartidor” Nº 7, colorado chorreado de 538 kilos (Silencio)
Basto de hechuras y con cuajo. Muy manso en los primeros tercios. Buen pitón izquierdo. Tuvo sus cosas en la muleta.
·         Sexto. “Fandangoso” Nº 193, colorado de 512 kilos (Silencio)
Mejor presentado que sus hermanos, con recorrido y clase en lo poco que duró. Acabó rajado y parado como sus hermanos.


Desastrosa y vacía la novillada que abría la feria de otoño 2015. Un encierro justo en su presencia, desigual en caras y con el denominador común de la falta de casta. Mucho tiene que hacer el colombiano Cesar Rincón para salvar la vacada, que deja una pobre carta de presentación en la Monumental. La falta de seriedad y la dulzura de esas bobaliconas y apenadas arrancadas terminaron por dormir al frio tendido madrileño, que cubrió una excelente entrada si consideramos que a las cinco de la tarde de un día de diario la gran mayoría de los españoles desempeñan sus quehaceres cotidianos. Una gran imagen por tanto para los que siguen insistiendo que esto importa a muy pocos.

Y si poco o nada dijeron los novillos, menos mostraron quienes debieran venir a comerse el mundo. Pasaron los tres jóvenes sin pena ni gloria por el escenario más importante que el destino puede darles. Una oportunidad soñada por todos y sin duda mal aprovechada por los que no hace tantos años se partían los muslos ante bobalicones como los torreones. Faltó chispa, aire fresco y riesgo. Sobraron las caricias, los pases ahogados, sin sentido ni tacto. La plaza veía lo mismo de siempre, la faceta del novillero imagen, de un modelo que imponen de estética y técnica, bien enseñado por las escuelas taurinas, diana ahora principal de los grupos antitaurinos. Pero volvió a faltar lo que tanto pedimos los aficionados, el querer comerse el mundo, el mostrar desde lo más dentro que puedes y debes valer para mandar en el toreo. El ver cómo puedes arrebatar el cetro al mismísimo Ponce, pasándote los pitones por los muslos, dejándote llegar a los bureles, sin importar la condición de estos, para levantar al más serio aficionado en una plaza de toros.

Faltaron tantas cosas en la tarde que se nos hace imposible contar los detalles de una entretenida tarde de toros. Pensamos en horas atrás y se nos viene a la cabeza apenas dos actuaciones de dos grandes de plata. Por una parte la brega poderosa e inteligente de Suso al sobrero que hizo quinto, un marrajo manso de Dolores Rufino, que desafortunadamente no fue castigado con las banderillas negras, que bien mereció. También se llevó una ovación cerrada el madrileño Raul Adrada, por los dos pares al sexto, cuadrados en la perfección y rematados con una salida más que torera.

De los jóvenes destacaría el poso de Alejandro Marcos, que no acabó de entender al manso sobrero, posicionándose erróneamente perpendicular a las tablas, sin ayudar lo más mínimo al cornúpeta, al que le costó tirar un mundo hacia las afueras. Destacó una tanda al natural, verdadera y arriesgada, con el ceñimiento que no consiguió con su primer animal, un descastado y nobletón novillo de El Torreón, al que le faltaron demasiadas cosas, imposibles de resumir en estas lineas. Cuarta tarde de Alejandro en Madrid y demasiados altibajos como resultado final.

Filiberto saludaría la única medio ovación de la tarde, ya que los pitos en su salida al tercio fueron merecidos tras sendos bajonazos al cuarto de la tarde. Fue una faena meritoria contra el viento, que sopló de forma descarada durante toda la novillada. Se posicionó en los medios, y templó lo que pudo a las nobles embestidas del de Rincón, que se desplazó por ambos pitones, con suavidad y sin una mala mirada, no vaya a ser que causara el terrón ante semejante bodrio. Le costó tirar hacia detrás de la cadera al murciano, que optó más por la línea recta y la mano baja. Lo que hubiera quedado en una posible petición tras arriesgadas manoletinas, se torció en una protesta totalmente justificada tras su mal uso con la espada.
Con el primero debió abreviar tras la falta de fuerzas del animal, que provocó el cabreo monumental del pagador.

Y cerró el cartel el peruano Galdós, que venía de su triunfal indulto en las tierras de Arnedo, casualmente sin llevarse el premio del Zapato de Oro, lo que no sorprende lo más mínimo. Toreo ventajista, retorcido y sin ajuste, criticado por cierto sector en sendas faenas. No aprovechó los inicios del sexto, de recorrido y clase mayor al resto. Destrozó la labor con latigazos sin temple ni suavidad, y logró descomponer lo poco que tuvo Fandangoso. Con el tercero tiró de distancias y una y otra vez descargó la suerte, perdiendo la verticalidad y el eje sobre su propio cuerpo. El gacho de Rincón no valió un duro, como toda su novillada.

Decepcionante por tanto el inicio de esta miniferia otoñal, con un desastre ganadero de un ídolo en las Ventas. ¡Qué se le pasará por la cabeza a Rincón, lidiador de toros tan importantes como Bastonito, sabedor de cómo vibra una plaza como Madrid con semejante casta y poder, al ver lidiar a sus púpilos de esa manera en la Capital!.

Mañana nueva dosis de lisardos con un mano a mano más que apetecible. Dos conceptos totalmente opuestos que pueden encajar a la perfección en una gran tarde de toros. Esperemos que la del Puerto ayude y tenga mejores cosas que contar.

Un saludo

Borja González.