Foto: Juan Pelegrín
Dos
vueltas al ruedo para Carballo con una novillada floja y noble de Pablo
Mayoral. Actitud de Gallo de Córdoba y frialdad de Miranda. El fanatismo se
apoderó de los tendidos y el presidente dio rigor a la plaza.
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas.
4ª de la temporada. 10 de
abril de 2016.
Novillos de Pablo Mayoral
(uno más devuelto), dos de Mercedes Figueroa (2º y 3º) y un sobrero de Benjamín
Gómez (4º bis) para los diestros:
-
Andrés Jiménez “Gallo de
Córdoba”: silencio tras aviso y silencio.
-
David de Miranda: saludos
tras aviso en ambos.
-
Juan Carlos Carballo:
vuelta al ruedo tras aviso y petición en ambos.
Entrada: un cuarto de
plaza.
Los novillos lidiados fueron los siguientes:
·
Primero. “Considerado” Nº
11, negro entrepelado salpicado de 526 kilos (Silencio)
Bien presentado y con
cuajo. Flojo, noble y con calidad por ambos pitones.
·
Segundo “Ranchero I” Nº2,
negro listón bragado meano de 457 kilos (Silencio)
Chico y cómodo de
presencia, flojo y descastado. Debió ser devuelto por falta de fuerzas.
·
Tercero. “Ranchero II”, Nº
6, negro listón de 480 kilos (Palmas)
Protestado de salida por
falta de presencia. Noble, con clase y fondo. Le faltó casta y poder en sus
embestidas.
·
Cuarto. Sobrero de
Benjamín Gómez. “Jubilado”, Nº 54, cárdeno de 505 kilos (Silencio)
Terciado y sin trapío para
Madrid. Manso, con movilidad y sin humillar en las embestidas.
·
Quinto. “Molinero” Nº 15, cárdeno salpicado de 524 kilos
(Silencio)
Flojo y noble por ambos
pitones, mejor por el izquierdo. Justo de casta.
·
Sexto. “Costurero” Nº 23,
negro entrepelado bragado meano corrido de 527 kilos (Silencio)
Bien presentado y con un
punto de casta superior a sus hermanos. Llegó con alegría, fuerza y fondo al
último tercio.
Jesús María Gómez Martín fue sin lugar a dudas el
protagonista de la tarde de hoy en la segunda de las novilladas primaverales de
la plaza de toros de Madrid. Debut por todo lo alto de un presidente que volvió
a dar rigor y seriedad a una plaza que sigue navegando a la deriva en los
durísimos festejos no isidriles, ante la oleada de autobuseros y orientales que
ganan por número y presencia a los poquísimos aficionados que intentamos marcar
el listón de la que es, fue y será la primera plaza del mundo.
Dureza la del presidente, que hoy tomaba
antigüedad en el complicado palco venteño, de no sacar sendas orejas al
extremeño, lo que hubiera supuesto una puerta grande discutida, ignorada y
minúscula ante el clamor de sus paisanos, los cuales se trasladaron en manadas
para apoyar a su jovencísimo y pequeño torero. Jalearon hasta los pasos que dio
el de Alcántara, desgarrando la voz en cada una de sus ejecuciones capoteras.
Se enfrentaron a los aficionados que no compartían sus mismos ideales, con el
ya famoso “baja tú”, y tuvieron la vergonzosa y patética idea de cubrir el
ruedo de almohadillas tras la no concesión de oreja en el sexto de la tarde. Un
ridículo espantoso que no se vivía desde tiempos de Linares, con su ya famoso
Tomelloso, y que se ha repetido tras el aguacero que nos regaló el cielo
madrileño en el ecuador del festejo.
Un festejo marcado por la flojedad y falta de
picante de una novillada pareja, guapa y bien comida de Pablo Mayoral, a la que
faltó casta y personalidad. Carácter que fuimos buscando en estos grises, que
no desarrollaron las virtudes del buen santacoloma. Echamos en falta poder y empuje
en los engaños, alegría y viveza en los petos y dificultades y fiereza en sus
lidias. Una novillada que se dejó hacer, en todas sus vertientes.
La clase del primero por el pitón derecho fue
desaprovechada tras un viento huracanado que no dejó estar a gusto al joven
cordobés. Gallo quiso coger las embestidas por derecho en el mismo tercio,
frente a la puerta de Madrid. La ligereza de su franela y la falta de técnica
del novillero descompusieron por momentos las fijas embestidas, con su debido
espacio, del primero de Mayoral. Disposición absoluta y trago del bueno a pesar
de quedarse descubierto en sin fin de veces. Se tiró por derecho en las dos
suertes que tuvo que realizar para acabar con el bicho, haciendo posteriormente
un mal uso del descabello.
El cuarto fue devuelto por falta de fuerzas. En su
lugar salió un terciado y escuálido animal de Benjamín Gómez, también de origen
santacolomeño. Tras un paso discreto por varas llegó a la muleta con movilidad
y nula entrega. No acabó de estar fino el Gallo con el cárdeno, que mostró
dificultades a medida que avanzaba la faena, reponiendo y hasta corneando, de
forma sorpresiva, al diestro en el gemelo izquierdo. Parte reservado tras 15
centímetros de travesía ascendente.
David de Miranda volvió a mostrar quietud y
firmeza en el ruedo de las Ventas. Su frialdad y la longitud tan extrema de sus
faenas fueron las causas de una más que discreta labor en Madrid. Sin opciones
ante el flojísimo y parado segundo y con mejores sensaciones ante el quinto,
que se desplazó largo y repetitivo por el pitón izquierdo, logrando así algún
natural de buen trazo y hondura. No vendió la obra y tampoco la compraron los
visitantes, que huían despavoridos del temporal que azotaba a última hora
Madrid.
Carballo fue el gran beneficiado de la tarde, o
eso creen ellos. Baja estatura, ideas claras y ambición por ser torero, que ya
es algo. Estuvo arropado por centenares de extremeños, los cuales se
desplazaron en autocares o vehículos propios para ver la presentación de su
ídolo en Madrid, y sin apenas dar una serie de muletazos completos y por
derecho a punto estuvo de cortar dos orejas en Las Ventas. Tal cual lo leen
señores, así de fácil y sencillo.
Solo tienen que llenar autobuses con gente ruidosa
y palmera, desembarcar en la plaza de toros de Madrid fuera de feria, cuando
pueden ser mayoría absoluta , y jalear lo que no está escrito para calentar a
los orientales y animarles a que pidan la oreja. ¿A qué no parece difícil?
Aquello se vino abajo cuando dobló el sexto de la tarde, en una mayoría
injustificable de pañuelos a dos manos.
Pues eso es lo que evitó nuestro presidente Jesús,
que se llevó la ovación al acabar el festejo de los pocos que le agradecemos su
rigor en el día de hoy. De no ser así hubiéramos presenciado una nueva Puerta
Grande sin los mínimos necesarios que
requiere una plaza como Madrid. Porque a las faenas de Carballo les faltó mando
y toreo, mucho toreo.
Sus recibos capoteros resultaron airosos y
acoplados y su brega para colocar al toro en la suerte de picar fue de nota,
algo no común en novilleros modernos.
Pero sus faenas fallaron en planteamiento,
distancias y formas. En planteamiento porque no se puede dar circulares a mitad
de trasteo, recortado y ahogando las embestidas del burel, para luego seguir
ortodoxo por naturales. En distancias porque ahogó la alegre acometida del
sexto de la tarde, el de mayor casta y viveza del encierro. Y en formas por su
falta de directriz en la ejecución de los muletazos, curvando el eje y
despidiendo al animal en línea recta. Cánones de un toreo puro y pulcro, como
exige esta plaza.
Cabe destacar las buenas formas de Israel de
Pedro y Alberto Sandoval con la puya,
así como los pares de Raul Cervantes, de poder a poder al sexto.
Un saludo
Borja González.