NOVILLADA DE ALTAS POSIBLIDADES EN LA MULETA DE LA GUADAMILLA. GONZALO CABALLERO OREJA Y BUENA IMAGEN EN MADRID.
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas. Temporada 2014.
27 de julio. Novillada de
verano.
Novillos de la Guadamilla
para:
-
Juan Miguel Benito:
silencio tras aviso y palmas de camino a enfermería.
-
Gonzalo Caballero: OREJA y
saludos.
-
Miguel Angel León:
silencio en ambos.
Entrada: Un cuarto de plaza largo.
Ovación para el picador
Agustín Romero “Hijo” por su tercio de varas al quinto de la tarde.
Los
novillos de La Guadamilla:
·
Primero. “Saleroso” nº 44,
Colorado chorreado de 539 kilos. SILENCIO
(Manso, noble y con buen pitón derecho. No llegó a
humillar.)
·
Segundo. “Zalamero” nº 53,
Negro bragado axiblanco de 532 kilos. OVACIÓN
(Buen novillo en el último tercio. Noble, con
mucho fondo, recorrido y humillación)
·
Tercero. “Obcecado” nº 47,
Negro de 451 kilos. PALMAS
(Nos quedamos sin verlo. Noble, encastadito y con
fondo)
·
Cuarto. “Maleado” nº 56,
Negro listón de 485 kilos. SILENCIO
(Novillo más flojo y de corta duración. Tuvo mucha
clase pero se apagó pronto)
·
Quinto. “Novicio” nº 39,
Colorado de 536 kilos. SILENCIO
(El peor de la tarde. Pronto y alegre en varas
pero descastado y parado en muleta)
·
Sexto. “Nebli” nº 50,
Colorado chorreado de 522 kilos. PALMAS
(Buen novillo. Casi cumple en varas y llega con
nobleza, fuerza y mucha clase y fondo)
Esta
vez no fue la enfermería lo que hizo que Gonzalo Caballero no saliera por su
ansiada Puerta Grande de Madrid. Una vez más se quedó entreabierta, medio sueño
cumplido pero no alcanzado, y es que ya van unas cuantas veces que el madrileño
corta oreja en su primero y se lo juega a cara o cruz con su segundo.
Volvió
a pasar en la tarde de ayer. Oreja en su primer buen novillo de la Guadamilla y
pelea contra el mulo quinto, que no quiso plantar batalla al novillero, que con
sus cites y colocación quería ganar aquello.
Fue
una tarde entretenida, acusada por un sofocante calor que aguantamos más de
7.000 personas seguramente, muchas de ellas venidas de fuera de España, sin
conocimiento alguno de la lidia de un toro bravo. Ello se percibió con las
palmas de recibo a las notas musicales de la banda, que animaba y nos distraía
un poco del calor inhumano que desprendía el cemento.
Novillada
muy pesadora de encaste domecq, dulce, clara y mal aprovechada por la terna,
que se jugaban y mucho en la tarde. Un encierro muy noble y de altas
posibilidades en el último tercio. Claro ejemplo de toro moderno y
evolucionado, con un fin claro y conciso, el poder gustarse y relajarse sin el
más mínimo reproche por parte del burel.
Salió
el primero con alegría y prontitud, reculando en el caballo y con buen galope
en sendos quites por gaoneras de Caballero y Benito. Buenos puyazos de Mario
Herrero por cierto, aunque no se empleara Saleroso. Cara alta pero transmisión
para llenar al aficionado y jugarse los muslos (o la cadera) en los medios. Benito se trajo la faena preparada,
buscando un pase cambiado por la espalda que se hizo eterno ante la negación
del animal por salir a las afueras. Acortó entonces distancias para recetar
varios derechazos faltos de mando y pierna retrasada ante ciertos reproches de
la afición. Bajó el tono del izquierdo, por donde se paró y protestó el animal,
rebrincado y sin emplearse por bajo. No cogió vuelos por el derecho de nuevo,
faltando acople y bastante mando, todo muy encimista y populista. Silencio tras
estocada y varios descabellos.
El
cuarto fue un animal más parado y flojo. Tuvo clase en los primeros lances de
capote y apenas se picó, lo que causó el cabreo del público venteño. Bueno fue
el inicio con varios naturales muy en redondo y por bajo, obligando y ahora si,
toreando verdaderamente bien el de Colmenar. Se apagó pronto el animal y todo
se vino a menos. Falló con las espadas y se llevó un fuerte golpe en el muslo,
lo que hizo que tuviera que retirarse entre palmas camino de la enfermería.
Caballero cortó la oreja al buen
segundo. Animal negro de capa, cómodo de cara y de buenas hechuras. Embistió ya
de capote con codicia y entrega y no llegó a cumplir en el caballo, con dos
malos y bajos puyazos. Brindis a Fermín Bohorquez y empiece muy personal por
bajo ligados sorprendentemente con varios naturales verdaderamente buenos, que
metieron de lleno a los aficionados. Derechazos ajustados aunque algo
acelerados y un poco embarullada la faena. Aún asi hubo grandes muletazos, toreo
siempre vertical, encajado y con gusto. Estocada contraria y algo delantera y
oreja pedida mayoritariamente sin protestas. Ovación para el toro, que tuvo
fondo, clase y entrega en todas sus embestidas.
La
plaza estaba convencida que en el quinto llegaría algo gordo. La novillada
estaba embistiendo y por poco que ayudara abriría de par en par las
posibilidades de triunfo a Gonzalo. Salió entonces un colorado alto, grandón y
embistió bien y por bajo de capote. Bonito fue el segundo puyazo, puesto muy en
largo y bien amarrado por Agustín Romero “hijo” que se llevó fuertes palmas en
su retirada. Galopó el toro pero no empujó en su encuentro. El animal entonces
mostró falta de casta y se apagó por completo en la muleta, ante la disposición
absoluta y cargada de verdad del madrileño. Estocada y palmas fuertes desde el
tercio.
Cerraba
el cartel Miguel Ángel León, que
desaprovechó una oportunidad de lujo para despuntar en la primera plaza del
mundo.
Sorteó
en primer lugar un novillo con mucha clase y nobleza, y entre latigazos y falta
de colocación desaprovechó por completo al animal, que se quedó sin picar y
apretó en banderillas de lo lindo. Repetición, cierto punto de mansedumbre y
boyantía para crujir Madrid. La falta de ajuste y las mentirijillas hicieron
que Madrid permaneciera en absoluto silencio. Toreo perfilero, sacando culo y
constantemente en línea… eso aquí no Miguel.
El
sexto fue aún más claro, cerradito de cuerna, bien comido, fuerte y con un
último tercio para disfrutar por su recorrido, prontitud y fondo. “Nebli”, que
así se llamaba, apretó más que sus hermanos en el caballo y mostró buenas
maneras en el capote de Chacón. Llegaron entonces muchas embestidas claras por
ambos pitones, acudiendo al cite en el primer estimulo y repitiendo con codicia
y cadencia, sin apreturas para el novillero, un verdadero bombón. De nuevo León
tiró de toreo despegado, ligado pero sin verdad, citando con la muleta en pico
para después despedirlo hacia las afueras. Una verdadera pena porque el novillo
mereció más.
Y
esto fue todo lo que pasó en una tarde tremendamente calurosa en la capital. Es
inhumano permanecer en el sol y estoy seguro que mucha gente le echó para atrás
la hora de la corrida. Señores miembros de Taurodelta, estas novilladas
deberían volver a ser nocturnas. Ganariamos todos.
El
domingo que viene nos vemos con la novillada de Aurelio Hernando.
Un
saludo
Borja
González.