foto: Juan Pelegrín
TERCERA
PUERTA GRANDE PARA LÓPEZ SIMÓN EN 2015 EN LAS VENTAS ANTE UNA DESASTROSA
CORRIDA DEL PUERTO. URDIALES QUEDÓ INÉDITO.
Madrid.
Plaza de toros de Las Ventas.
Feria de
Otoño 2015. 2ª de feria. 2 de octubre.
Toros del
Puerto de San Lorenzo y Valdefresno (4º bis) para los diestros:
- Diego Urdiales: silencio, saludos y silencio.
- Alberto López Simón: oreja, oreja y silencio.
Entrada:
Casi lleno
Nota:
Ovacionado Alberto Sandoval en el tercio de varas al sexto de la tarde.
Toros lidiados en el mano a mano:
·
Primero. “Pitinesco I” Nº
71, negro de 552 kilos. (Pitos)
Atacado de kilos y de
pobre cara. Manso, flojo y descastado.
·
Segundo. “Cubanoso” Nº
144, negro bragado meano axiblanco de 527 kilos. (Pitos)
Bien presentado, manso,
descastado, incierto y protestón en el último tercio.
·
Tercero. “Campanito” Nº
123, negro de 551 kilos (Pitos)
Cumplía ese mismo mes los
cuatro años, ofensivo de cara y sin remate. Deslucido, manso y con la cara muy
suelta. Complicado en el último tercio.
·
Cuarto. Sobrero de
Valdefresno. “Campeador” Nº 131, negro de 531 kilos (Pitos)
Bien presentado, manso,
flojo y descastado. Acabó rajado.
·
Quinto. “Caratuerta” Nº
67, negro de 597 kilos (Silencio)
Mal presentado y cómodo de
cara. Manso, noble y rajado desde el primer momento.
·
Sexto. “Bailador” Nº 127,
negro de 559 kilos (Silencio)
Justo de presentación, noble
y lastimado de la mano en el último tercio.
Consiguió el objetivo marcado meses atrás con
sangre y cojones, por la vía del tremendismo y la temeridad, sin importarle un
bledo su vida, con la inconsciencia de quien quiere ser figura del toreo y
hacer historia en esta plaza. Lograba así lo que muy pocos han llegado a
conseguir en un mismo año, una Puerta Grande arrancada a fuego y polémica ante
un encierro bochornoso y desagradable del Puerto de San Lorenzo, que tiró por
tierra los deseos de una afición que volvió a volcarse en taquilla, con un casi
lleno.
Faltó toreo fundamental, sin lugar a dudas, pero
estuvo superior a sus oponentes, que no regalaron ni una embestida encastada y
por derecho. No recordaremos esta Puerta Grande, ni las dos anteriores si me
apuran, por el toreo caro del madrileño, por el temple y embroque de sus
muñecas, por el faenón del siglo, y si por su valor seco e infinito y por el
sitio que hace mucho no veíamos pisar, donde cogen y dañan. Ahora cuestionen
ustedes si en la primera plaza del mundo los criterios son esos o no para descerrajar
el portón.
Muchos lo temíamos y presagiábamos, este de
Barajas iría a muerte con su primero, y no pensaría en el más allá, porque así
lo viene demostrando toda la temporada, sin ventaja alguna y comprometido con
la oportunidad tan buena que se ha ganado tras ese 2 de mayo, sin duda el día
más importante de su carrera. Se jugó entonces el todo por el todo ante su
primer toro, un descompuesto y manso lisardo que más de una vez le avisó de su
peligro, al serle imposible acometer por bajo a la rastrera e inmutable muleta
del madrileño, que quiso ganar las cartas desde el arranque. Comprometido a la
causa se fue donde quiso el cornúpeta, al tercio de sol, y allí sacó arriesgados
muletazos, de más tesón que limpieza, pero meritorio sin lugar a dudas. Fue
entonces prendido de fea manera en una de esas paradas del manso, y la plaza se
echó las manos a la cabeza. Iba corneado, y de nuevo, y en memoria de esas dos
tardes de mayo, volvió a la cara del
toro, dolorido, casi mareado, para seguir como pudo ante tal descastadas
embestidas. Faena de mérito y coraje, de actitud y vergüenza torera, premiada
tras pinchazo y entera con una oreja más que cuestionable y levemente
protestada por los tendidos, que se encontraban en el aprieto de la valentía y
generosidad del palco.
Muchos fueron los que pensaron que la tarde
quedaría en manos del riojano, pero también muchos los que pidieron calma en enfermería,
sabedores de la bendita locura de Alberto, que insistió y de que manera al
cuerpo médico su salida de nuevo al ruedo, entre el enfado de muchos y el consuelo
de otros. Aquí el servidor no estuvo de acuerdo con la decisión. Me gusta ir a
la plaza a ver torear, cuestión de gustos.
Salió por tanto para matar el quinto, cuando
Urdiales deambulaba con clase y rigor ante tres mulos que se hicieron apellidar
atanasios. Centró las miradas de absolutamente toda la plaza cuando cruzaba el
frío ruedo venteño. Incredulidad, miedo, adoración… sentimientos encontrados en
pasos interminables, con un rostro pálido y ausente. Dio miedo de verdad. Salió
entonces el animal más boyante y noble de la corrida, corrido en quinto lugar,
y de nombre Caratuerta. Se dejó en los primeros tercios, y comenzó a huir
despavorido al sentir las frias. Se posicionó entonces en terrenos del 10
Alberto, en presencia del gran Curro Romero, devoto de Diego. Allí quiso
plasmar lo más verdadero de su tarde el de Barajas, dos tandas de derechazos
profundas y ligadas, mandadas y templadas, con el rugir de una plaza que quiso
y pudo sacarlo a hombros. De nuevo faena de altibajos, culpable el viento y sentenciado
el lisardo, que correteó como quiso en busca de su salida. Estocada fulminante
algo atravesada y oreja ahora si con mayoría incalculable. Hasta llegaron a
pedir la segunda los cachondos.
Con el sexto quiso cerrar la obra, y rematar esa
Puerta que vuelve a quedarse con ganas de una faena rotunda, ya que son tres
tardes de puerta grande con más riesgo y valor que toreo verdadero. Faenas de
pisar terrenos insospechados, de fajarse a los animales y hacer temblar a los
más miedosos, pero carentes de dos series de naturales rotos y faena compacta.
Para más inri acabó partiéndose la mano en el primer muletazo, en un broche
perfecto para los Fraile, que bien merecen un descanso.
Puerta Grande por tanto para Simón, que salió
directo a enfermería, no sin antes cruzar el arco de Alcalá entre gritos de
torero.
Segundo protagonista fue Diego Urdiales, a quien
apenas vimos en la tarde. Eclipsado por el joven madrileño en todo momento, y
sin suerte en el sorteo, con tres mulos descastados que impidieron cualquier
lucimiento. Apenas vimos un gran quite al quinto, garboso y torero, poco
respondido por el público, más pendiente del madrileño que esperaba en
burladero.
Torero poderoso y con gusto, al que le hace falta
un toro encastado para mostrar sus virtudes. Yo, sigo a la espera.
Destacar antes de finalizar el buen tercio de
varas de un gran picador, Alberto Sandoval, al sexto de la tarde, por dos varas
en el sitio, que se agradece.
Mañana será Gonzalo Caballero quien tome la
alternativa en sustitución de Alberto López Simón, en manos de Uceda Leal y
Eugenio de Mora. Toros del Vellosino.
Un saludo
Borja González.
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