Foto: www.las-ventas.com
Floja y descasta novillada
de Jose Luis Pereda en la segunda de temporada.
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas.
30 de Marzo de 2014. 2ª de
Temporada.
Novillos de José Luis
Pereda y La Dehesilla (5º y 6º) para:
-
Jesús Fernández: palmas y
palmas tras aviso.
-
Juan Ortega: silencio tras
dos avisos y palmas.
-
Tomás Campos: silencio tras
dos avisos y silencio tras aviso.
Entrada: menos de un
cuarto de plaza.
Aplaudidos los picadores
Juan Pablo Molina (cuadrilla de Ortega) y Pedro Geniz (Tomás Campos), por sus
buenos puyazos a segundo y tercer novillo.
Los
novillos de Pereda:
·
Primero. “Billetero” Nº
93, Castaño salpicado de 463 kilos. (Leves palmas)(Noble y embestidor en la muleta, algo reservón y con posibilidades de triunfo)
· Segundo. “Cristalero” Nº 116, Negro listón de 472 kilos. (Palmas)
(Noble y boyante, con cierta casta y entrega en la muleta)
· Tercero. “Banderillero” Nº 62, Negro listón bragado meano de 472 kilos (Silencio)
(Mucha movilidad y fuerza en primeros tercios. Manso y rajado se vino abajo)
· Cuarto. “Paleto” Nº 12, Negro listón bragado meano de 467 kilos (Silencio)
(Muy parado y falto de casta, tampoco sobrado de fuerzas)
· Quinto. “Charco” Nº 143, Negro listón de 473 kilos (Pitos)
(Manso y descastado, sin entrega alguna en ningún tercio)
· Sexto. “Calzonero” Nº 142, Negro bragado listón axiblanco de 522 kilos (Pitos)
(Impresentable e inválido, debió ser devuelto por la presidencia)
Mal
estreno del usía Javier Cano en la presidencia de nuestra plaza querida. Otro “entendido”
que nos cuelan con calzador incluido como auténtico defensor de la fiesta. Así
permitió al inválido sexto el privilegio de ser arrastrado por el ruedo de las
mismísimas Ventas, cuando ni por presencia debió saltar al ruedo madrileño.
No
solo dio el cante en el cierre del festejo, sino que ya en el tercero de la
tarde perdonó los tres avisos al extremeño Tomás Campos, emperrado en cuajar
una faena que sabíamos no iba a subir de tono. Maneras de cumplir el reglamento
cuando les viene en gana.
Y
es que de primeras no debió aprobar a ese horrendo sexto, ni por cara ni por
malformación genealógica como lo llaman algunos. Novillada aceptable de
presentación y cerradita de pitones, para el gusto de los taurinos. Embestidora
en su primera mitad y descastada y mansa a rabiar en los tres que cerraron el
festejo. Un encierro deslucido en su conjunto, que sigue obteniendo el premio
de repetir año tras año en una plaza de máxima categoría como es Madrid. Bien
es sabido por todos la relación tan buena que debe tener Taurodelta con el
ganadero, porque sino es inexplicable que nos cuelen dobletes y tripletes de
este hierro todos los míseros años.
Y
volvieron a repetir también al ya habitual Jesús
Fernández, catalán de nacimiento y con vocación torera, para enfado de algunos.
Novillero entrado en edad, con seis años
de trayectoria con picadores, con oficio pero sin proyección para un futuro más
que turbio. Otro que debe tener buenas relaciones con los Chopera ya que al
igual que la ganadería nos lo repiten año tras año (dobletes en 2011, 2012 y
2013, camino del 2014, sino al tiempo). Y es que es un torero que da la cara
siempre, que rara es la vez que no sale con un muslo abierto, y que por tanto
merece todos mis respetos. Y las cosas como son, esta vez es la mejor que le he
visto en Las Ventas. Faltó rodaje y cierta técnica pero logró, para mi, los dos
mejores naturales que llevamos de campaña (aunque sea poco).
Esa
falta de técnica hizo que de nuevo fuera prendido por el noble novillo, que
retranqueó en sus embestidas, y se desplazó de maravilla cuando de verdad le
llevaron embebido en la muleta. Saludó desde el callejón la ovación del
público.
Con
el cuarto solo pudo mostrar valor y ganas de llegar a los tendidos. Fue un
animal muy parado, soso y descastado, que perdonó de nuevo la cornada al de
Llobregat. Pinchó y todo quedó en silencio.
Juan Ortega volvía a Madrid tras su
hecatombe con el bravo novillo del Ventorrillo, del que por lo menos el aquí presente
sigue recordando. Realizó una faena más pintoresca que torera a su primer oponente,
el de más opciones por raza y codicia de la novillada. La prueba del poco poder
que tiene el sevillano en la muleta la pudimos ver en los terrenos que se realizó la
faena, empezando en la Puerta Grande de Madrid y acabando más allá del palco
real. Un sinfín de muletazos, irregulares, sin mando y con abundantes pasos en
falso. Es cierto que compuso bien muchos de ellos y logró sacar algún natural
encajado y vertical, lo que es de agradecer. El fallo estrepitoso con los
aceros emborronó más aún la faena de altibajos de Ortega. Debe mejorar una
barbaridad la ejecución de la suerte suprema. Dos avisos y silencio a su larga
faena.
El
quinto fue un marrajo que no mereció una lidia mejor de la dada. Manso, rajado
y sin entrega ni codicia. No atendió a ningún cite y acabó parándose en la
muleta. La virtud del diestro fue el ir metiendo poco a poco en el saco al
novillo, aunque no tuvo lucimiento alguno. Alargó la faena y recibió palmas
tras un feo bajonazo.
Cerraba
el cartel el pupilo de Rivera Ordoñez, al que no pareció verse por el callejón
(o yo al menos). Tomás Campos venía
fuerte y con cartel tras sus buenas sensaciones dejadas el año pasado en la
capital. Se topó sin duda con el lote más imposible de la tarde.
El
primero por manso, rajado y descastado. Y eso que embistió con fuerza y rectitud
al caballo de Pedro Geniz, que las pasó verdaderamente mal en la primera
arrancada. Engañó al personal en los primeros tercios, pero cantó la gallina en
la primera tanda por la diestra, tras brindar al cielo. Con él se fue hasta el
tendido del 4, para intentar robarle muletazos sin que éste pegara la huida
hacia el más allá, todo ello a media altura, sin obligarlo ni poderlo del todo,
para así aguantar con él. Fue tan larga la faena que a punto estuvo de escuchar
el tercer aviso, amén que el debutante debió cagarse por las patas abajo. ¿Cómo
un presidente iba a devolver a un pobre chaval un toro en su primer día de
trabajo? La seriedad de la fiesta vaya.
Y
en sexto lugar le salió el animal de la discordia y enfado. Cerradito de cara,
estrecho de pechos y atacado de peso por detrás, sin remate y lastimado de los
cuartos traseros. Un animalito que no debió saltar al ruedo ni pasar el
reconocimiento. Como era obvio la plaza se puso en contra, más aún cuando vio
que no andaba sobrado de fuerzas. Como estamos en Madrid la faena careció de
argumentos y la gente pidió a gritos el arrastre de mulillas. Silencio y leves
pitos en el arrastre.
Y
esto fue todo de otra desastrosa novillada en Madrid, y van dos.
Cartel
barato, ganadería que tiene fijo su puesto en 2015 y quién sabe si una tercera
tarde tras la corrida de San Isidro y todos tan contentos.
El
domingo vuelven Los Chospes para tres debutantes. Encerrona asegurada vaya.
Un
saludo
Borja
González.
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