martes, 31 de julio de 2012

UNA RUINA SIN PREMIO (Crónica final del certamen de novilladas)





Final del certamen de novilladas de Las Ventas.
Novillos de Garcigrande y Domingo Hernandez y un sobrero de Yerbabuena (1ºbis) para los diestros:
·         Juan Leal: silencio en ambos.
·         Juan Ortega: saludos con protestas y silencio.
·         Juan Viriato: silencio en ambos.

Nota: El premio quedó desierto.



Que un concurso de novilleros en las mismísimas Ventas, con un ganado facilón, casi dos tercios de entrada, televisión y hasta 12 participantes quede desierto por falta de contenido es muy pero que muy preocupante.

Es más, diría que esta tarde es una alerta roja y una llamada de atención a lo que poco a poco esta desembocando esta fiesta: a la ruina.

Desastroso y fiel reflejo del ganado bravo español fue la novillada de los que se hacen llamar “ganaderos” herrando con el nombre de “Garcigrande”. Sin duda una de las vacadas odiadas por el sector más ortodoxo, serio y exigente de este mundo, llámenlo “toristas” o directamente defensores del toro integro, bravo y encastado. Ese mínimo porcentaje que duramente es criticado día a día simplemente por defender lo que creen justo y equitativo.

Fueron seis novillos flojos, desiguales de hechuras, cabezas y capas, de condición borreguil y descastada. Salvando el segundo, el cual rompió en la muleta con clase y humillación, siempre con la falta de fuerzas, pero dando el triunfo en la mano a un Juan Ortega que no se encontró en la tarde de ayer.

En cuanto a los “juanes” poco podemos decir.  La verdad que si estos son los más destacados del segundo escalafón mal vamos.

Juan Leal, el francés, demostró valentía, quietud, oficio si me apuran, pero un encimismo y un concepto del toreo que deja bastante que desear. Nos gustó más en la ronda clasificatoria. Con su primero, un sobrero de Yerbabuena, anduvo soso, frio, sin querer llegar a los tendidos y algo pesado tras una faena que nunca cogió vuelos. Con el cuarto, un animal parado, avacado, geniudo y manso nos dejó la peor imagen que puede dar un novillero. Monotonía, encimismo, poco o nulo toreo y muchas cercanías para llegar al publico oportuno. Aun asi los portales le ponen bastante bien. ¿Qué verían?

Ortega, el español, dejó los mejores momentos con el capote. Verónicas muy bien acompañadas, templadas y limpias en el recibimiento al segundo de la tarde. Un animal que blandeó en los inicios, que empujó por momentos al caballo y que llegó a la muleta con un ritmo muy torero, deslizándose por bajo aunque por momentos parándose , ¿le costaría respirar? No me extrañaría viendo el fondo de esta ganadería. La faena fue muy irregular, menos encajada aunque ligada por el derecho, siempre desde la pala, y de uno en uno al natural, con más despaciosidad, y toreando con los vuelos de la franela. Es cierto que siempre lo cogió desde fuera, pero luego se lo metía bien y abajo. Lo mejor de la muleta fueron los pases de pecho, largos y encajados. Falló lo que hubiera sido una petición de oreja tras un sainete horrendo con el descabello. Antes habría dejado un pinchazo y una entera desprendida.
Con el quinto no vimos absolutamente nada. Ganas, maneras, postureo, pero sin novillo delante poco se podía hacer.

Viriato sin duda fue el más verde de los tres. Le tocó en primer lugar un novillo deslucido y manso que le llevó donde quiso, a su zona, a chiqueros. Alli se sucedieron mantazos y mantazos, enganchados unos, destartalados otros… un desastre vaya. Para rematar dicho “show” dejaría dos sartenazos que causarían los pitos del público.
El sexto fue un mulo castaño, de condición extraña cuanto menos, que se dejó en varas, donde recibió dos buenas varas a cargo de Luis Manuel Viloria. Tuvo muchos pies en banderillas, apretando y poniendo en apuros a la cuadrilla, aunque destacara un buen par reunido de Francisco Javier Moreda, que se vio en la obligación de desmonterarse. Hasta aquí llegó la alegría con el toro. Le dio distancias y quiso ligar pero el animal era nulo para todo. Tan pronto metía la cara y embestía, como que pasaba andando, mirando hacia otros lados…una falta de casta brutal!

Y asi acabó esta ruina de tarde, con la ovación de los asistentes al saber que ninguno de estos novilleros había ganado ese puesto en otoño. (Menos mal)

Y no vimos quites, no vimos novedades, no vimos frescura…

¿Qué está pasando?

Un saludo
Borja González





1 comentario:

DJ dijo...

Yo me rei mucho con Campuzano, yo no se que se toma este señor antes de empezar la retransmisión pero decir que Garcigrande echa el toro grande que embiste y que esto es raro en esta ganaderia, no se a quien pretende engañar, le falto decir a Capuzano en que plaza echa esos toros. Otra cosa es que las figuras en los pueblos le corten las orejas a los garcichicos que eso si.