Foto: www.las-ventas.com
COMPLICADA CORRIDA DE
VICTORINO CON UNA MUY BUENA ENTRADA EN LOS TENDIDOS.
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas.
Tercera de temporada.
Domingo de Ramos 9 de abril de 2017.
Toros de Victorino Martín
Andrés y uno de San Martín (6º bis) para:
-
Iván Fandiño: silencio y
pitos.
-
Alberto Aguilar: silencio
y saludos tras dos avisos.
-
Gómez del Pilar
(confirmación): saludos y silencio tras aviso.
Entrada: Tres cuartos de
aforo. 17.625 espectadores.
Complicada y correosa corrida de Victorino Martín
en su debut en Domingo de Ramos.
Un encierro desigualmente presentado que se
caracterizó por su complejidad en el último tercio, con un paso discreto por el
caballo, donde no se le hicieron bien las cosas, para que negarlo.
El comienzo del festejo fue todo un homenaje al
pequeño Adrián Hinojosa, fallecido horas antes en su localidad valenciana tras
una durísima pelea contra esa maldita enfermedad. La plaza rompía en un
estruendo ante el minuto de silencio que nunca debió llegar. Un pequeño
homenaje de agradecimiento a tantísima fuerza de voluntad. Desde estas humildes
líneas, todo mi apoyo a la familia.
Pero la vida sigue, y el homenaje triunfal de la
tarde no pudo ser. Muy en parte por la “no buena” corrida de Victorino
Martín, que confirmó por hechuras y falta de regularidad, que la corrida de San
Isidro es la esperada y reseñada por todos. No fue una corrida pareja. Tres
primeros muy entipados y lineales, mole el cuarto, el gran Bosquimano, y algo
feote el quinto (sexto titular corrido por la entrada en enfermería de Aguilar
tras un golpe en las costillas), fuerte de pecho el sexto, al que le atronaron
con una ovación de salida como ya hicieran con primero y cuarto.
En primer lugar salió “Estaquero”, de lujosa estampa y armonía, sin excesos por ningún
lado, pero con 600 kilos a sus espaldas. Lo recibió el toricantano frente a chiqueros,
en una clara declaración de intenciones. Estaquero se paró en seco y midió al
toledano. Primera radiografía de la tarde. No quiso jaco, a pesar de la
intención de Noé por lucir al cornúpeta, que siguió estudiando a cada uno de
los componentes de la cuadrilla del confirmante. Siguió cortando en
banderillas, y llegó tan avispado como orientado a la muleta del madrileño, que
mostró firmeza y querer en terrenos del 7. Toques bruscos, media altura, poca
lidia y entrega del mando al complicado Estaquero. Primera falta de tauromaquia
por doblones de la tarde. Aunque no lo entiendan. Saludos desde el tercio por
disposición y valor.
“Barbacano”
fue el segundo. Otro toro guapo y serio, de viva mirada y A coronada, que
cumplió en el caballo con la cara abajo, y que desarrolló buenas embestidas por
el pitón izquierdo, largas y humilladas. No estuvo a la altura Fandiño, que no
tuvo su mejor reencuentro con Madrid. Acortó distancias y profundidad al
muletazo, buscándose él mismo las complicaciones dejándose al de Victorino en
los mismos tobillos. Acosó a Barbacano por cercanías, y allí el cárdeno se hizo
el amo. La plaza tomó partida por el toro, que se fue ovacionado tras un
estupendo bajonazo. Leves pitos para Fandiño.
Alberto Aguilar entró por enfermería en el acceso
a la plaza. Al parecer, sufrió un fuerte golpe en las costillas días atrás, y
siendo sinceros, se le vio mermado y falto de facultades en la cara del toro.
Su primero, “Buscador”, le hizo
pasar las de caín. Un animal fiero y poderoso, de reservada arrancada e impetuosa
embestida, que levantó la expectación de más de uno en sus asientos. Las
feroces pasadas por los muslos del madrileño, fueron a mi parecer, lo más
meritorio y espectacular del festejo. Hubo una tanda de derechazos, con tres
ligados y una colada, terriblemente arriesgados y emocionantes. Lucha de “tú a
tú”, sin trampas ni cartón, por derecho y con la vida pendiente de un
hilo. Y ahí es cuando entro en las
dificultades de Aguilar en la tarde. En otro momento, estoy seguro de que le
hubiera dado cera al peligroso y encastado Victorino. La sensación fue de
quedarse todo a medias.
“Bosquimano” salió en cuarto lugar
para hacerse el amo del ruedo. La ovación fue apabullante a su salida, a pesar
de sus enormes hechuras y destartalada estructura, para nada relacionada con el
toro de Galapagar. Entró con todo al caballo, sin empujar como fuera debido, y
pasó sin gracia y a media altura en la muleta ya débil de Fandiño, que volvió a
elaborar un trasteo sin mucho sentido. En redondo y acelerado, con dudas y ya
fuera de juego, el vasco no acababa de convencer a la parroquia, que una vez
más, volvía a colocarse, esta vez de forma sorprendente, de parte del burel.
Palmas inmerecidas en su arrastre, y pitos de castigo para un Fandiño que sigue
sin encontrar su rumbo.
Salió el sexto titular en quinto lugar, por la
asistencia de Alberto Aguilar tras un fuerte choque con el primero de su lote. “Murallón” levantó ligeras protestas
tras su presencia en el ruedo. Nada extrañable tras aparecer con 100 kilos
menos por detrás de su hermano comilón Bosquimano. Incomprensiblemente, dicho
sea, ya que su agalgada figura y hocico ratuno, era mucho más indicador de la
marca Victorino. Abría mucho la cara, y estaba ligero de carnes. Fue más dócil
que ninguno de sus hermanos, y hasta quiso tirar para delante por el pitón
izquierdo. Los toques secos y el embarullado trasteo de Gómez del Pilar no
fueron la mejor medicina para semejante morlaco. Por el derecho tuvo dos avisos
desafiadores. No le gustó ni un pelo. Mal con la espada y silencio para ambos.
Sexto de la tarde. “Gardacho” de nombre. Devuelto a corrales por su falta de fuerza
tras varias pérdidas de manos. Debió aguantar algo más el presidente. A la
postre, era el toro que mejores manifestaciones de bravura estaba haciendo
durante su lidia. En su lugar salió un engatillado toro de San Martín, que
tampoco anduvo sobrado de fuerzas. A este lo mantuvo Trini, y Alberto debió
agradecerlo viendo como avanzaba el festejo. “Cadencioso” hizo honor a su nombre, y desarrolló una lenta y profunda
embestida por ambos pitones tras un discretísimo tercio de varas. Alberto, se
gustó en una templada y poco rotunda faena de muleta. Los mejores pasajes,
llegaron al natural, y sin ligazón, que cuando el material es bueno, no hace
falta que sea repetitivo. De uno en uno, por derecho, templado y hasta el
final. Una lástima que se cambiara de mano cuando más auge estaba recogiendo la
faena. La nobleza del animal, permitieron el disfrute del madrileño, que no
acabó de redondear la faena. Fallo a espadas y saludos merecidos desde el
tercio.
Y esto fue todo lo acontecido en la primera
corrida de la era Casas. Ante todo, destacar el estupendo ambiente vivido desde
por la mañana, y la fantástica entrada que registró la plaza.
¡Adrián, no te olvidaremos!
Un
saludo
Borja
González
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