Gran novillo de Martín
Lorca en Las Ventas. Buen capote de Vanegas, herido y detalles de Marcos.
Madrid. Plaza de toros de
Las Ventas.
2 de agosto de 2015.
Novillos de Martín Lorca y
Escribano Martín (3º) para:
-
Manuel Vanegas: silencio tras aviso y
división al saludar. Herido por el quinto.
-
Gerardo Rivera: silencio tras aviso y
vuelta al ruedo con protestas.
-
Alejandro Marcos: silencio tras aviso y
saludos.
Entrada: Alrededor de un
cuarto de plaza.
Notas:
- Destaca la actuación en la
brega de Martín Blanco en la lidia del tercer animal, asi como las dos varas de
Mario Herrero, de la cuadrilla de Alejandro Marcos.
- Se tomaron las medidas
acordadas para el mes de agosto, saliendo los varilargueros por la Puerta de
Madrid y vistiendo de corto el chulo de toriles.
Novillos lidiados:
·
Primero. “Torero” Nº 11,
negro listón de 485 kilos (Silencio)
Serio y bien presentado.
Encastado y con dificultades en el último tercio.
·
Segundo. “Español” Nº 31,
castaño de 470 kilos (Pitos)
Manso y desfondado tras
una dura segunda vara. Apagado, noble y descastado.
·
Tercero. “Lector” Nº 57,
negro bragado meano de 464 kilos (Silencio)
Algo terciado, con más
genio que casta, movilidad y cierto descontrol en sus embestidas.
·
Cuarto. “Japonés” Nº 17,
castaño bragado meano axiblanco de 512 kilos (Silencio)
Tuvo poco fondo en el
último tercio, excesiva nobleza y poco poder.
·
Quinto. “Valiente” Nº 14,
negro de 481 kilos (Palmas)
Buen novillo. Derribó en
la primera vara, peleó con la cara alta en el segundo encuentro, haciendo hilo
constante a todo el que se le ponía por delante. Encastado y humillador en la
muleta.
·
Sexto. “Cernícalo” Nº 30,
negro de 520 kilos (Silencio)
Manso, flojo y descastado,
Tuvo muy poco recorrido y no dio opciones en el último tercio.
Algo de positivo tiene que
haber cuando vas tarde tras tarde a una plaza de toros como Madrid, por poco
que sea. Hoy tuvimos el gusto de ver uno de esos novillos que te embelesa de
principio a fin, sorteado en quinto lugar y de nombre “Valiente”. Bajo como el
solo, pobre de cara y suelto de carnes, codicioso en sus embestidas, pronto y
veloz en el caballo, donde no aprobamos su segunda entrada, y fiero y
embestidor en la muleta. Una locomotora de humillación, largura y bravura
tapada por la inexperiencia y falta de poder del novillero mexicano Gerardo
Rivera, totalmente desbordado cuando intentaba torear al natural, y sin marcha
atrás cuando volvía a intentarlo con la diestra, acortando la distancia y
ahogando al bueno de “Valiente”.
Fue este un novillo bueno
pero no tonto, que derribó en la primera vara y se arrancó como un misil a por
la segunda, donde empujó con la cara alta. Anteriormente hirió de forma
espeluznante al joven Vanegas, que salía del burladero del ocho para
posicionarse junto al piquero, en un relance del animal que pilló de improvisto
al venezolano, prendiéndolo del pecho sin aparente calado y llevándolo cual
perchero más de quince metros. Un auténtico milagro. También apretó lo suyo en
varas, y persiguió hasta el final y por los pelos a todos y cada uno de los
subalternos que le corría en la cara. La emoción que le faltó a la novillada se
acumuló en estos veinte minutos de lidia ordinaria. Todo un gusto para los
poquísimos aficionados que nos juntamos en los tórridos tendidos de Madrid, que
vuelve a tambalear en verano con semejante programación taurina.
Vanegas fue quien abrió la novillada, acabando en enfermería tras el
percance en el quinto novillo. Su capote fue sin duda de lo mejor de la tarde,
cadencioso, natural y muy bien llevado en todo momento. No fue el caso de las
banderillas, hilando nada fino en su primero, con hasta tres pasadas en falso,
algo que no gustó mucho al personal. Muleteó con ajuste pero sin gracia a sus
dos bureles, totalmente opuestos. Casta y cierto peligro tuvo el astifíno y
ofensivo primero, que vendió cara su vida, prendiendo en más de una ocasión al
joven venezolano, que de actitud fue sobrado. Se dejó llegar los pitones a los
muslos pero el trasteo careció de limpieza y continuidad. Se tiró por derecho
para recibir otra voltereta más. Tardó en doblar el animal y recibió silencio.
El cuarto fue un animal
mucho más insulso. Llegó a la muleta parado y bobalicón y Manolo se empeñó en
alargar un trasteo que pareció no tener fin. Lo mejor en este sería el gran
saludo capotero por verónicas. Saludos por su cuenta con sus consecuentes
protestas.
Gerardo Rivera a priori sería el triunfador de la tarde por esa
vuelta al ruedo en las reseñas. Una pena que en ninguna pongan las protestas al
iniciarse y el valor de la misma tras darla por su cuenta. Y más aún cuando estuvo
por debajo del novillo de la tarde. Demasiado respetuoso estuvo la afición con
él, para que negarlo. Y es que le puso ganas de principio a fin, se ve un
torero guerrillero, pero carente de poso y torería, algo que manifestó cuando
el arrebato de Valiente calmó ante tal ímpetu por comerse la pañosa.
Tampoco gustó lo fuera que
se situó para matar, cierto es que por arriba, a sus dos oponentes, perfilándose
ya muy fuera de la rectitud del animal.
El segundo novillo se
acabó con la terrible vara que recibió en manos de Gustavo Marcos. Llegó desfondado
y sin fuerzas al último tercio.
Sin duda el concepto lo
puso Alejandro Marcos, en su tercera
tarde en la capital en lo que va de año. Es un torero de ideas claras, erguida
figura y que sabe salir torero delante de la cara del toro. Para ello tuvimos
que esperar al sexto, el de quizá menos opciones de triunfo por su falta de empleo
y casta. A pesar de ello sacó el repertorio el charro, encimista por momentos,
pero elegante y mandón en varios muletazos enroscados y bien ejecutados. No
pasaría lo mismo con su primero, un desigual y algo descompuesto novillo de
Escribano Martín, que llegó a lastimarse tras una fea caída en la primera tanda
en los medios, cuando acometía con alegría y boyantía a las telas del
salmantino. Acusó entonces el terciado animal tal terrible desastre, punteando
continuamente los engaños y soltando la cara de forma excesiva y alocada. Le
costó entonces templar a Alejandro tan difícil papeleta, siendo innumerables
los enganchones de la misma.
Esto fue el prólogo de
agosto, un mes taurino con una programación paupérrima en la primera plaza del
mundo. Que Dios nos pille confesados…
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